
Visitar el Lago Kariba fue una de esas experiencias que no olvidaremos. Después de un precioso viaje en coche desde Mana Pools llegábamos a nuestro nuevo lodge, la luz del atardecer se reflejaba sobre el agua del lago creando un ambiente mágico, y supimos que este nuevo destino no nos iba a decepcionar.
Lago Kariba
La idea de construir la presa de Kariba surgió como parte de los esfuerzos para suministrar energía hidroeléctrica a las regiones de Zimbabwe (enton...Leer más
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Este destino aparece en 1 de nuestros circuitos:
- Maravillas Naturales de África / 9 DíasDesde7.395 €
Tras una deliciosa cena a las 7 p.m. (casi una semana de viaje después ya estábamos acostumbrados a este horario), nos animamos a realizar una excursión nocturna por el Lago Kariba en la que nos iban a enseñar cómo se pesca el capenta, una pequeña sardina muy típica de la zona, así que nos embarcamos en un bote iluminado con antorchas y navegamos por el lago con el nerviosismo típico de lo desconocido, pero con una emoción que crecía por momentos. Mientras navegábamos el capitán nos contó la historia de la represa, la segunda más grande del mundo que proporciona electricidad a Zimbabue y a Zambia, y a la que le rodean innumerables historias y leyendas. Nos contó que los pueblos Tonga han sobrevivido en la región durante siglos cazando y pescando en las aguas del río Zambezi, y que mantienen una conexión muy fuerte con estas aguas. Y aunque es cierto que la represa cambió el paisaje, la esencia del lugar, y su conexión espiritual se mantienen vivas hoy en día. Una vez llegamos a nuestro destino, el capitán bajó el ancla y activó las luces submarinas, que atrajeron a los pequeños peces. En pocos minutos, levantó la red con lo que calculó (según nos dijo) que serían unos 20 kg de sardinas. No podíamos creerlo, fue una pesca increíblemente exitosa, pero sin duda lo que más nos sorprendió fue la habilidad con la que realizó todo el proceso, y la sensación de estar allí, tan cerca del trabajo de los pescadores locales, fue una experiencia única y nos fuimos a dormir felices y emocionados.
A la mañana siguiente, pusimos rumbo a una de las zonas más impresionantes de Kariba: las aguas hervidas. Ya de lejos se podía ver el viento levantando el agua como si fuera una tormenta. El capitán nos dio chalecos salvavidas y nos adentramos en ellas. Al principio estábamos algo nerviosos, pero pronto la situación se fue calmando, aunque las olas fueron lo suficientemente grandes como para dejarnos un buen recuerdo de la fuerza de la naturaleza. Lo mejor de este día fue escuchar las historias del capitán sobre los misteriosos lugares del lago, como la Isla Verde, donde los pescadores evitan ir porque encuentran sus cajas vacías por la mañana, como si el agua liberara los peces durante la noche; o de un abismo en el lago donde el agua forma un cono, y cómo nadie se atreve a acercarse por allí. Leyendas que parecen sacadas de un cuento, pero con las que no pudimos evitar sentir una mezcla de asombro y respeto por la magia de este lugar. Después de esa experiencia, decidimos relajarnos con un crucero al atardecer. El paisaje era impresionante, pero lo mejor fue cuando, a medida que nos acercábamos a la orilla, vimos un gran grupo de elefantes bebiendo agua del lago. Fue un momento único, en el que es inevitable sentirte pequeño ante la grandeza de la naturaleza. Cuando pasamos a su lado no nos podíamos creer lo afortunados que éramos de estar ahí. Aunque lo más memorable de ese día fue, sin duda, la historia que nos contaron en la cena: unos días antes, uno de los huéspedes del lodge dejó su tienda de campaña abierta mientras salían a hacer un safari. Al regresar, descubrieron que un elefante había entrado en su tienda en busca de su desayuno. El elefante, sin ningún remordimiento, había arrancado la bolsa de comida y se había servido a su gusto, dejando la tienda hecha un desastre, y aunque cuando nos lo contaron nos asustamos un poco, luego nos dijeron que era una de esas historias que no suelen pasar, y que se había convertido en una anécdota increíble, una de esas historias que no dejan de contarse entre los viajeros. En resumen, Zimbabue tiene algo especial, una magia palpable en cada rincón, en cada historia y en cada paisaje que exploramos, pero Kariba se ganó un lugar muy importante de nuestros recuerdos.